27 enero 2006

IM WAITING FOR THE NIGHT TO FALL... (D. Mode)

(Texto inconcluso de una noche demasiado vieja...)

Sentado en la cornisa del balcón, observa… allá abajo hay vida y muerte, alegría y tristeza, soledad y compañía, pobreza y opulencia, oscuridad y luz, naufragios y elevaciones, puentes e interrupciones, ojos vacíos y lágrimas de cemento, silencios amargos y gritos infelices, movimiento y quietud, sonrisas y lamentos, oportunidades y carencias, memoria de ausencias y angustia de presencias, miedo y coraje, debilidad y fortaleza, hay promesas, mentiras y verdades, flechas rotas y balas rasantes, distancias eternas y cercanías enfermizas, convulsiones, deseos congelados y ardientes, viejas cicatrices y heridas recientes, pócimas, llantos vomitados en alcantarillas, soles muertos, eclipses del corazón e infartos del alma, estrellas apagadas, palabras prestadas y perdones inútiles, risas falsificadas y máscaras cubriendo tristezas, quimeras reinventadas, besos que mueren en el aire y caricias agonizantes en la pared, absurdas monotonías, antigüedades de olvido, amargas gotas de silencio, venas abiertas de carretera, incógnitas sin resolver, anhelos moribundos arrinconados, verbos caídos y viajes internos, pétalos marchitos y plásticas flores, rocíos venenosos y aromas grises, intoxicaciones hipócritas y honestidades ausentes, fantasmas que deambulan y robots que seducen, gotas del desierto y nieve primaveral, lo posible, lo imposible, entre agonías que acentúa la noche, esta noche, que aparece inmensa. Solitaria noche que invita a soñar, a volar, a despedirte de lo que observas. Sin ser parte de esta ciudad de muerte lenta, sin ser parte del veneno que habita estas almas. Es de noche, estás lleno de fantasmas, de miedos y rencores del pasado, de heridas y mártires, de sacrificios y vicios, de demonios y ángeles que se niegan a caer. Mientras observas, mientras la buscas, mientras calculas el vuelo, mientras decides el futuro imposible de definir entre palmeras de plástico, mientras buscas estrellas que no aparecen, la ciudad las ha ahogado, han dejado de existir en el cielo citadino.
No, no hay paz, no hay esperanza, no hay futuro, no hay alivio, no hay nada aquí que te retenga, que te impida empujar tu cuerpo a otro cielo, a un universo en el que las ausencias no entren. Resulta doloroso recordar, escarbar en la memoria y abrir viejas heridas, esas antiguas cicatrices que habían desaparecido con la amnesia de los años, con la seducción de la mentira...
Funerales elegantes por televisión, con demasiada clase como para que los asistentes derramen una lágrima que estropee sus maquillajes, sus vestidos y corbatas de diseñador...
Quisieras preguntarles a los muertos cómo es todo desde donde están (si es que están en alguna parte) cómo observan la vida, cómo son testigos mudos de todo lo que te pasa y no pueden modificar nada...
La calle se presenta como un circo, como un teatro en el que la vida se actúa, no quieres seguir representando este papel que nunca escogiste. Cansado, en la cornisa observa la noche que cae helada sobre las calles, el viento trae sonidos nocturnos, música lejana, palabras que no son para ti, luces que, tal vez, representan vida, autos que pasan veloces, niños que corren entre ellos vendiendo chicles, jugando a ser grandes en medio de las avenidas, todavía conservan la capacidad de sonreír, tu ya no puedes hacerlo, una mueca fría habita tus labios, tu fe en la humanidad ha muerto, la esperanza se ha ido con el Sol... La noche cae...
Y todo se derrumba...

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