
Conocí a una mujer hecha de cielo y excusas, de arena y espuma, de mar y pretextos, de cintura e infierno, de miedo y deseo, de textos y silencios.
Era hermosa y en sus ausencias me revolvía el vientre, en su presencia ardía la memoría y la cordura...
Yo sólo quería abrazarla siempre y morir en sus brazos, besar su sombra y dormir entre sus piernas, sólo quería despertar entre sus sueños y esconderme entre sus manos, sólo quería perderme en los laberintos húmedos de sus labios y de las palabras que ella nunca se atrevía a decir...
Yo sólo quería estar con ella al despertar de un siglo distinto, regodearme en su silueta y contemplar el fin del mundo abrazado a su cintura, yo sólo quería abrazarla cada noche y cerrar los párpados convencido de que amanecería en sus latidos, pero ella prefería abrazar árboles caídos...
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