SOLOS

Estamos solos, ese parece ser todo el problema,
solos y sin valor para romper el silencio,
sin atrevernos, sin enfrentarnos
nos quedamos en la oscuridad,
apenas respirando, sin decir nada,
lamentándonos en nuestras almohadas, sin hacer nada.

Estamos solos y nos molesta tanto espacio,
tantas horas vacías frente al televisor,
tantos silencios en el teléfono,
tantas palabras frente al espejo, sin usar,
tantas caricias al abismo entre las manos,
tantos besos en el tintero, sueños muertos en el aire,
tantas promesas que no hemos hecho,
tantos halagos que no hemos recibido,
tantas caminatas por parques desconocidos,
tantas preguntas y reclamos sin hacer a nadie.

Estamos solos y la soledad nos pesa como lápida en los hombros.
Nos llenamos de tristezas prestadas y andamos ciegamente,
caminamos sin destino y no volteamos al sol.

Hemos llenado de desesperanza nuestros bolsillos,
hemos cambiado nuestras sonrisas por monedas,
hemos ordenado los cajones y clasificado los rechazos,
las caídas por orden alfabético, las lágrimas por orden de aparición.

Ordenamos el pasado porque nos duele demasiado este presente,
nos duele tanta ausencia entre los brazos abiertos,
nos duele este horizonte sin nubes ni amaneceres,
nos duele la realidad de la mirada vacía,
el murmullo ausente y el recuerdo hiriente.

Estamos solos y nos duelen tantas cosas
que no somos capaces de compartirlas,
de unir dolores, miedos, derrotas, ausencias,
lágrimas, muertes, desvelos,
monotonías, decepciones, deseos incumplidos,
caídas,
no somos capaces de compartir minutos, horas, días para cambiar esta soledad.